Con el entrenamiento del método Eline Snel los niños aprenden a:
Concentrarse y darse cuenta de cuándo ya no lo están. Al interrumpir periódicamente sus actividades y “sentarse con la atención de una rana”, los niños aprenden rápidamente a conectar entre “hacer” y “no hacer”. Notar cuando estás distraído y saber cómo puedes volver a concentrarte es la base de cada concentración.
Desarrollar la capacidad para relajar su mente y su cuerpo, por lo que disminuyen las molestias causadas por la fatiga, el estrés, las bajas por enfermedad, la inquietud y el insomnio o las dificultades para conciliar el sueño. Con la mente calmada aumenta también la capacidad de aprendizaje.
Identificar y entender las emociones y los procesos mentales como la ansiedad, la ira, la tristeza y la inquietud. Al aceptar las emociones y los pensamientos y concederles su espacio, se crea la distancia necesaria para no ser arrastrado por esos sentimientos, sin tener tampoco que ignorarlos. Como consecuencia de ello, surge la calma y la armonía.
Estar presentes en el “ahora”, aunque haya cosas emocionantes que nos estén esperando o aunque hayan ocurrido cosas desagradables. “Ahora” está bien. Esto enseña a los niños a proyectar sus pensamientos menos hacia el pasado o hacia el futuro y centrarlos en el “ahora”.
Desarrollar sus funciones ejecutivas como la planificación, la organización, la búsqueda de soluciones y resolución de problemas.
Tener confianza en sí mismos aprendiendo a no juzgar sus propios pensamientos y emociones, sin tener necesariamente que identificarse con lo que piensan y sienten. Esto es consigue a través de una actitud abierta y exenta de juicios de valor por parte del educador, profesor o padre.
Mejorar la memoria. Al centrar toda su atención en lo que hacen “ahora” (a través de la concentración), penetran mejor en las cosas y pueden recordar más fácilmente lo que han aprendido.
Ser más amables consigo mismos y con los demás (sus compañeros, los profesores, la familia), lo que repercute en un aumento de la capacidad de comprensión y en una disminución del rechazo hacia los sentimientos o puntos de vista de los otros.
Percibir el verdadero valor de la tolerancia mediante la compasión y la práctica de la amabilidad. Esa toma de conciencia está, por tanto, directamente relacionada con una disminución del acoso escolar y con un aumento de la aceptación del que es distinto.
Tener un mayor sentido de la responsabilidad consigo mismos, con los demás y con el entorno.